Estas cartillas de identificación personal sirvieron para identificar y asesinar a la población Tutsi durante el genocidio, ya que todo ciudadano adulto estaba obligado a llevarlas consigo. En 1932, las autoridades belgas introdujeron en Ruanda cartillas de identidad, registrando al 84 % como Hutu, al 15 % como Tutsi y al 1% como Twa; esto con el fin de dividir a la sociedad.