Destaca esta Inmaculada por su rotundidad, belleza de elementos y triangulación de sus paños, apreciándose en ella la fusión de elementos y motivos utilizados en otras del artista, como la del Convento benedictino de Lumbier (Navarra) o la existente en una colección privada, ambas de 1666. A pesar de su prematura muerte a los treinta y cinco años de edad, la producción conocida de Escalante lo delata como un laborioso pintor que dejó un significativo número de obras, entre las que destaca el conjunto de sus Inmaculadas, que tienen su mejor arranque en el ejemplar del Museo de Budapest, firmado en 1663.