Interior doméstico holandés con una madre y sus tres hijos

Thomas Wijck se formó en el taller artístico de su padre. Fue enviado con los recursos familiares para hacer las escalas italianas del Grand Tour. A su regreso a Haarlem, gozó de un éxito temprano entre la burguesía luego de conseguir varios clientes por la pericia y buen trazo que aprendió durante sus registros en Roma y Nápoles.
En 1660 llegó a ser líder del Gremio de San Lucas. Luego de la restauración monárquica de Carlos II (1630-1685) fue invitado a Londres, en cuya corte realizó vistas de la ciudad antes y después del gran incendio de 1666 que le dieron prestigio internacional.
De vuelta en los Países Bajos, cultivó especialmente el género de paisaje rural y urbano. En particular, destacaron sus escenas de interiores y retratos de los usos y costumbres neerlandeses del siglo XVII. Es el caso de esta espléndida tabla de la colección de Museo Soumaya.Fundación Carlos Slim.
La madre realiza las tareas cotidianas junto con sus dos hijas. La más pequeña aprende a leer en el regazo de la mujer al tiempo que la otra realiza labores de costura. Por los tradicionales emplomados se filtra una luz diáfana que delinea con precisión la estancia. Frascos, utensilios de cocina y una bacinilla bajo el mueble de madera permite acceder a la intimidad del seiscientos, a la manera de Vermeer (1632-1675) o del propio Rembrandt (1606-1669).
El hijo lleva un tazón en las manos mientras pasa delante de un enorme baúl que debía emplearse para guardar los mantones, paños y cubertería de mayor valor. La gran chimenea es telón para una imagen cotidiana que pondera el trabajo y el estudio como oración, ratificado por el libro que se encuentra sobre la mesa. Refiere el escritor y teólogo Leopoldo Cervantes-Ortiz: El trabajo [para la ética calvinista] equivale ahora a un instrumento de servicio a Dios, a través del servicio al prójimo. […] El trabajo no vale nada en sí mismo sino tan sólo en razón de nuestra adoración a Dios de tiempo completo en los quehaceres.