“Interpretaciones al retrato” es una de las series más personales de Serrano y la única en la que trabajó a lo largo de toda su carrera, tras iniciarse en ella en 1955, al final de su etapa uruguaya. Desde presupuestos expresionistas abordaba el tratamiento de un género más asociado a lo académico y en los no buscaba tanto la exactitud en la representación física como captar la personalidad del retratado. Con la intención de captar esa dimensión metafísica del personaje, Serrano sometía a sus retratados, entre ellos Gaya Nuño, a un proceso de trabajo muy gestual que partía del barro, en el que dejaba grabados sus dedos, deformando los rasgos del personaje como vía desde la que acentuar la carga expresionista del retrato posteriormente fundido en bronce.