“Interpretaciones al retrato” es una de las series más personales de Serrano y la única en la que trabajó a lo largo de toda su carrera, tras iniciarse en ella en 1955, al final de su etapa uruguaya. Desde presupuestos expresionistas abordaba el tratamiento de un género más asociado a lo académico y en los no buscaba tanto la exactitud en la representación física como captar la personalidad del retratado. Así se observa en el bronce que dedicó a José Luis López Aranguren, donde se observa un tratamiento asimétrico y deformador a la hora de plasmar los rasgos del filósofo. Los ojos apenas esbozados, las orejas de muy distinto tamaño, la boca o la propia forma de la cabeza hacen de este retrato una especie de caricatura que, lejos de tener tintes cómicos, busca capturar en el barro la gravedad y el poso intelectual del personaje.