Jefe de sala excepcional, con una gran capacidad organizativa y un sobresaliente trato humano, Juli Soler creó el escenario propicio en El Bulli para que Ferran Adrià se acabara convirtiendo en el cocinero que cambiaría la bases de la cocina tal y como se conocía hasta ese momento. “Encontrar un socio así es casi imposible. Además, él ha sido tanto o más importante que yo en esta historia”, afirmó Ferran antes del fallecimiento de Soler en 2015.