De familia de pintores y arquitectos, Antonio Campi aprendió el oficio con la instrucción de su hermano Giulio, con quien realizó frescos para la Iglesia de Santa Margarita de Cremona y en el Palacio de Pallavicina, actual Italia. En sus primeros trabajos conservó el estilo familiar. No obstante, en obras como el Centurión de 1580 se encuentran semejanzas con la moderna pintura lombarda. Dicho periodo se caracterizó por el alargamiento de las figuras humanas, que devino más tarde en el Manierismo.
En este dibujo preparatorio, posiblemente para la elaboración de un fresco, se observa la sección áurea, que los italianos del Renacimiento llamaron segni della costruzione legittima [signos de la construcción legítima]. El maestro logró dar exactitud y perspectiva entre el boceto y el soporte preparado al agrandar la escala, además de generar una correspondencia en la dimensión de los personajes y elementos de la estructura plástica.
El curador Marco Tanzi mencionó que el dibujo pudo estar inspirado en un mural de Bernardino Gatti (c 1495-1575), ejecutado en 1552 para la Iglesia de San Pedro en Cremona, Italia.
El capítulo catorce del Evangelio de Mateo narra el pasaje representado por Campi. Después de sepultar al Bautista, Jesús decidió alejarse en una barca para estar solo. Sin embargo, una multitud lo seguía; los apóstoles estaban angustiados por la cantidad de personas y las pocas provisiones que quedaban. Jesús les pidió cinco panes y dos pescados que comenzó a repartir entre las más de cinco mil almas. Comieron todos y se saciaron, y recogieron de los trozos sobrantes doce canastos llenos (Mateo 14:20).