Brueghel, el Joven, es autor de notables escenas religiosas: La adoración de los reyes, Juan Bautista predica en el desierto, El empadronamiento en Belén y La huida a Egipto. Sus crucifixiones, que tanto admiraron Daumier y Cézanne, son también un tema recurrente en su obra.
La de Museo Soumaya, de calidad excepcional, es rica en detalles descriptivos: además de las cruces, se descubre una diversidad de personajes que en su conjunto y en los colores característicos de los Brueghel ocres y rojos encendidos– nos ofrecen una antología de tipos populares, retratados con las flaquezas y los defectos inherentes a su condición humana.
En este momento culminante de la Pasión observamos al soldado que ofrece a Cristo una esponja con vinagre, al tiempo que otros milicianos disputan sus vestiduras. Más allá, un grupo de personas erige la cruz del mal ladrón, y frente a aquella de Dimas, un hombre encapuchado parece mostrarle algo. Contemplamos además enseres de trabajo, y los huesos humanos dispersos en el paisaje del Gólgota.
Otra versión con este mismo tema, fechada en 1617, se encuentra en el Museo Szépmüvészeti de Budapest.
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