1880 fue un año decisivo en la carrera de Auguste Rodin: el gobierno francés le compró La Edad de Bronce y recibió la comisión para crear La puerta del Infierno. Este pórtico se originó en el proyecto de un nuevo Museo de Artes Decorativas en París. Los volúmenes escultóricos tuvieron como eje central La Comedia de Dante Alighieri, asimismo se inspiraron en el averno de Hesíodo, en el pasaje de Orfeo, y en la puerta del Baptisterio de la catedral de Florencia decorada por Lorenzo Ghiberti. Las representaciones del maestro conformaban un universo cuyas partes constitutivas tomaban vida propia, y eran alentadas por el imaginario clásico del poeta latino Ovidio, el humanismo de Michelangelo y los poemas malditos de Charles Baudelaire, en su libro Las flores del mal. Una década de creación y centenares de formas contenidas en la maqueta original, comenzaron a rebasar los límites iniciales. Rodin declaró: Yo seguí mi imaginación, mi propio sentido de la disposición, movimiento y composición. Ha sido desde el principio, y lo continuará siendo hasta el final, simple y sencillamente un asunto de placer personal. Muchas de sus esculturas más célebres, que tuvieron su origen en La puerta: El Pensador, El beso, La eterna primavera y Juventud triunfante, fueron concebidas de una intensa búsqueda en las emociones y pasiones humanas, así como en la materia. Aunque el Museo de Artes Decorativas nunca se construyó, Rodin exhibió la primera maqueta en su muestra individual en el Pabellón del Alma. Entre 1908 y 1910, el artista regresó a trabajar en el pórtico, pero éste no se fundió sino hasta después de su muerte, en noviembre de 1917. Custodiada por el primer hombre y la primera mujer, Adán y Eva, da paso a la densa atmósfera romántica. Ellas son las figuras expulsadas del Paraíso, arrojadas a las dif icultades y al dolor físico: El sufrimiento es el sacramento de la vida, escribiría Rodin. Y al crítico Léonie Bernardini-Sjoestedt le parecía que el taller del maestro era ya un Infierno dantesco: Parece que la visión se ha continuado ahí. Pero las figuras trágicas de La puerta monumental del Inf ierno, el grupo de tres condenados [Las tres sombras] que, en gesto triplicado muestran la inscripción formidable, llevan en ellos mismos la ley fatal de su tormento. Su deseo, el deseo terrible es el inf ierno en el umbral del cual «hay que abandonar toda esperanza» –escribió en el homenaje al artista Rodin l’homme et l’oeuvre [Rodin. El hombre y la obra] que apareció en la publicación L’Art et les artistes [El arte y los artistas] en 1914, de la cual el acervo mexicano también cuenta con un ejemplar. En opinión del crítico Léonce Bénédite: La observación atenta de la naturaleza, en la infinita variedad de los movimientos de la vida, le había revelado la riqueza inagotable de su fondo. De esta manera, el maestro mantenía el rechazo naturalista contra el arte afectado e inerte. Por encargo al Museo Rodin de París, La puerta del Infierno de Museo Soumaya. Fundación Carlos Slim se fundió a la cera perdida y con una pátina clara que permite mayor reconocimiento de los volumenes. Es el octavo y último vaciado. Lo preceden en orden cronológico cuatro a la arena que produjo la casa Alexis Rudier y que se exhiben en el Museo Rodin de Filadelfia, EE.UU., y el Museo Rodin en París, Francia, ambas de 1925 y 1928, respectivamente. Le siguen las del Museo Nacional de Arte Occidental, en Tokio, Japón, fechada hacia 1930-1933, y la de Kunsthaus o Museo de Bellas Artes de Zúrich, Suiza, de 1942-1948. Tres décadas después, el museo parisino solicitó a la Fundidora Coubertin realizar los siguientes encargos. El procedimiento que utilizó fue el vaciado a la cera perdida para el Museo de Arte de la Universidad de Stanford, EE.UU., de 1977-1981; el Museo de Arte de la Prefectura de Shizuoka, Japón, de 1991-1993; y la Galería Rodin en el Edificio Samsung, de Seúl, en Corea del Sur, de 1995-1998. Desde 2016 es la pieza que recibe a los visitantes en el museo mexicano.