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La Sagrada Familia y San Juan Bautista

Andrés de Concha

Museo Nacional de Arte

Museo Nacional de Arte
Mexico City, México

El centro de la composición lo ocupa la figura de la Virgen que es de mayor tamaño que las demás. Ella sostiene a Jesús entre sus brazos y lo envuelve con un lienzo blanco, mientras el Niño acaricia un borreguito con su mano izquierda, y con la derecha otorga su bendición. A la izquierda, se suma la figura de san José, con una vara en la mano derecha y parece mirar la escena completa desde un plano posterior, además de tener una escala menor que la de la Virgen. En el ángulo inferior derecho, san Juanito mira al Niño y lo señala con el dedo. En un primer plano, sobre la mesa cubierta con un paño verde, está colocada una cruz hecha con un delgado carrizo, un cesto con asas contiene racimos de uva y un lienzo blanco. El fondo superior está formado por una composición de nubes en diversos tonos que se aclaran al centro, coincidiendo con el aro de la Virgen, Los colores predominantes son los diversos tonos de rojos y verdes, no muy vivos, característicos del autor.

A partir del renacimiento fue común la devoción a la Sagrada Familia, aunque desde la época medieval se mostraba en el contexto de la Natividad. Su popularidad se basaba en el sentimiento de que en la vida de la familia Santa en Nazaret se unían el cielo con la tierra, convirtiéndose en un cercano ejemplo a seguir. Después, en el arte contrarreformista, adquiría el rango de una trinidad terrestre, bendecida por la trinidad celeste. En ocasiones, el grupo fue ampliado para dar cabida a san Juan Bautista y santa Isabel. Esta adición no está en modo alguno justificada por los Evangelios, según los cuales san Juan conoció a Cristo cuando lo bautizó en el Jordán. No obstante, las Meditaciones del Pseudo-Buenaventura cuentan que vuelta en Belén después de la huida a Egipto, la Sagrada Familia se detuvo en casa de Isabel.

El tema fue ampliamente desarrollado por los artistas del Renacimiento italiano. En la Virgen de las Rocas de Leonardo da Vinci, el Niño Dios, como si estuviera consciente de su función bendice a su primo como imagen misma de la humanidad. Por su parte, Rafael realizó innumerables e imaginativas variaciones sobre el tema de la Virgen y el Niño. Las características de Rafael pueden aplicarse a la tabla del artista sevillano, Andrés de Concha, pues en España se asimilaron las soluciones formales del clasicismo italiano a partir de la tercera y cuarta década del siglo XVI. En este sentido, conectado con su arte clásico que expresaba poderosas emociones y una armonía consistentemente poética. Los estudios de la pintura virreinal han relacionado esta tabla de la Sagrada Familia y San Juan con la pintura de Santa Cecilia. Don Diego Angulo, que ya se inclinaba por atribuirlas a Andrés de Concha, las trata de manera conjunta. En efecto la pintura de Andrea del Sarto se inspira en los vigorosos dibujos de Rafael, pero con un mayor contraste entre luces y sombras. En su obra del mismo tema,
la Sagrada Familia Borgherini, la luz se concentra en la figura de la Virgen y el Niño y san José queda en un segundo plano casi a oscuras.

Los mismos personajes y con una disposición similar están presentes en una tabla del pintor sienés Beccafumi. San José se asoma por detrás de la Virgen y del lado derecho, san Juanito abraza a Jesús, quien, igual que en la tabla de Concha, acaricia un borrego. Sin embargo, centra nuestra atención en la figura de la Virgen, la cual expresa una mayor dulzura que en los ejemplos anteriores. San José ocupa aquí también un lugar secundario y aunque dirige su rostro hacia la Virgen no se sabe realmente a quién mira. Por su parte, san Juan, que dirige su mirada al niño Jesús, parece salirse de la composición y se apoya en el marco de la pintura.

Andrés de Concha fue de los artistas más sobresalientes del siglo XVI español, que realizó una obra muy completa en la Nueva España. Si bien no firmó ninguna de sus pinturas, se conocen contratos y documentos que lo relacionan con la arquitectura y la ejecución de retablos, arcos triunfales y pinturas.

Para Guillermo Tovar, esta pieza ha sido clave para poder atribuir las pinturas de retablos de Coixtlahuaca, al mismo artista, aunque muchas décadas antes Toussaint ya había relacionado las pinturas de este retablo con las de Yanhuitlán, obra de Concha también. Existe una relación directa en su colorido, así como en el tratamiento de las figuras con sus "manos largas, de dedos finos y espatulados, y con los dedos anular e índice juntos". De la misma manera, pueden apreciarse personajes muy semejantes al San José en las pinturas de los retablos de Yanhuitlán y Coixtlahuaca. Esa manera de pintar y colocar la cabeza, de sugerir movimiento, me parece que es uno de los elementos más característicos en la obra de Concha, pues nunca falta este personaje y también el niño Jesús es muy parecido al de las pinturas de los retablos.

En cuanto a su procedencia, parece haber habido un error de interpretación que se ha repetido en textos sucesivos. La sagrada Familia que Couto sitúa en la Profesa no coincide con la descripción de nuestro cuadro. Esta es una pintura de Baltasar de Echave Ibía. Existen datos acerca de que la Sagrada Familia de Concha junto al Martirio de San Lorenzo, del mismo autor, pertenecieron a la colección de Antonio Gutiérrez Víctor, y un coleccionista de Tampico. La tabla de la Sagrada Familia y San Juan fue restaurada en 1871 por Huitrado, bajo la dirección del pintor José Salomé Pina, el trabajo consistió en desprender el lienzo de su tabla, que está apolillada y pegarlo sobre una nueva, lo que ha permitido su conservación.

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  • Título: La Sagrada Familia y San Juan Bautista
  • Creador: Andrés de Concha
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