Guadalupe González, mejor conocida como “la Señora de las Bicicletas”, a raíz del fallecimiento de su esposo, tuvo que aprender sobre la marcha a reparar bicicletas y mantener así a sus tres hijos. Con miedo y sin práctica retomó el taller. Las primeras composturas las hizo mal, por lo que algunos clientes dejaron de ir, pero eso no la detuvo. Se esforzó y, a veces, por la desconfianza, tenía que mentir y decir que el señor haría el trabajo. Con el tiempo, se hizo maestra en su labor y hoy comparte el oficio con su hija, en el único taller de mujeres que repara bicicletas.
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