Giovanni Antonio Bazzi, il Sodoma, siguió, como sus contemporáneos, a los grandes maestros del Humanismo: de Michelangelo, el dibujo; de Leonardo, el claroscuro; de Raffaello, la armonía. De acuerdo con los documentos del Archivo Público de Siena, sabemos que el 3 de mayo de 1530 el gremio de zapateros pidió la realización de un fresco que celebrara a Crispín, su santo patrón. En realidad, no existe dato alguno de que el Sodoma haya sido el encargado de ejecutarlo, sin embargo, el magnífico trazo en la pinacoteca de Antiguos Maestros Europeos de Museo Soumaya. Fundación Carlos Slim es testimonio único de la obra original pintada en un muro exterior de la Iglesia de San Cristóbal en la Plaza de los Tolomeo de la bella ciudad toscana.
En la página 391 de la célebre Vida de los mejores arquitectos, pintores y escultores italianos, Giorgio Vasari escribió: En las cabezas de las cuatro figuras y en el resto de los cuerpos, Giovanni Antonio Bazzi lo hizo excelente. Asimismo, el padre Guiglielmo Della Valle en su Diccionario biográfico (1786) alabó la factura del fresco. Este boceto estarcido del discípulo del afamado artista Martino Spanzotti, resulta en una obra sin parangón. Es increíble la factura. Los trazos, las figuras, el tamaño… ¡es perfecta!, opinó en un reciente estudio Jonathan K. Nelson, destacado profesor del Centro de Estudios Italianos del Renacimiento de la Universidad de Harvard, Boston, Massachusetts, EE.UU.
En sfumato leonardesco, Crispín emerge de la penumbra, mientras la tenue luz deja ver los apenas esbozados perfiles de san Francisco y san Roque. La Virgen y el Niño, con mayor contraste lumínico, permanecen entre las sombras de la tierra y la luz mística
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