La Virgen y el Niño con san Juan Bautista

Michele Tosini comenzó su aprendizaje con Lorenzo di Credi y Antonio del Ceraiolo. Pronto ingresó en el estudio de Ridolfo Ghirlandaio, de quien con el tiempo tomó el nombre. De estilo muy cercano al de su maestro, también recibió la influencia de Fra Bartolomeo y Andrea del Sarto, lo mismo que de Francesco Salviati y Agnolo Bronzino. Michele Tosini fue el encargado de mantener activo el taller de los Ghirlandaio. Ya en vida de Ridolfo, asumió la dirección del mismo y trabajó en su modernización, lo que dio paso a nuevas influencias.
La decisiva formación de Tosini se debió a su encuentro con Giorgio Vasari. Se sabe que le ayudó en la decoración del Salón de los Quinientos del Palacio Viejo de Florencia. Vasari fue una de las influencias estilísticas más contundentes en el arte italiano durante el siglo XVI. En su libro Vidas de los artistas, publicado por primera vez en 1550 y que tuvo una segunda edición muy difundida en 1568, desarrolló una completa historia y filosofía del arte que ha tenido amplia influencia. Contemplamos en La Virgen y el Niño con san Juan Bautista una versión del Manierismo como se entendía en tiempos de Vasari, es decir, relativo a cualidades de gracia y equilibrio. Una variación de esta obra forma parte del acervo de los condes de Haddington en el Reino Unido.
La obra, bajo influencia del Bronzino, repite en los personajes la concepción triangular que se seguía en la época: el Niño Jesús tiene el sitio privilegiado. Hay un especial cuidado en el trabajo de los rostros, en particular el de María. Un paisaje y arquitectura en ruinas dan marco a un episodio de la literatura bíblica con el niño san Juan –hijo de Zacarías e Isabel, prima de María– quien, cuentan los Evangelios, nació seis meses antes que el Hijo de Dios.