Xul Solar fue esencialmente un esotérico que pensaba y transmitía sus ideas en términos plásticos. En su obra, se combinan la búsqueda de un conocimiento superior universal –religioso o espiritual– y la expresión de su realidad interior. Hacia 1920, en sus acuarelas comienza a manifestarse la relación entre palabra e imagen, al tiempo que trabaja en la creación de una nueva lengua artificial, el neocriollo, central en su proyecto destinado a la unificación espiritual de América Latina, un territorio que se le revela como el espacio físico para el nuevo hombre. En este contexto se enmarca su inserción en el grupo vinculado al periódico vanguardista Martín Fierro, que comenzó a publicarse en 1924, y en particular su amistad con Jorge Luis Borges, que giró alrededor de la pasión que ambos compartían por el lenguaje y los idiomas, el I Ching, la cábala y los poetas místicos como William Blake. Este conjunto de acuarelas constituyen transcripciones plásticas de algunas de sus visiones místicas. En ellas se superponen distintos personajes y escenarios construidos a partir de una multiplicidad de colores, signos, grafías, formas geométricas y orgánicas.