La devoción a Los Cinco Señores fue uno de los temas que acogió con mayor fervor el imaginario novohispano. En el cuadro, sobre una alfombra de delicadas f lores, la Sagrada Familia conformada por la Virgen, san José y el Niño Jesús se extiende con santa Ana y san Joaquín, los padres de María, referencia profética de la sucesión dinástica de la casa de David.
El Padre Eterno, con la esfera cósmica, y el Espíritu Santo, de suave gracia, presiden la escena. En un eje vertical que culmina con Jesús, forman el sagrado misterio de la Trinidad.
El Barroco exuberante de Villalpando se aprecia en el sublime tratamiento de rostros, vestiduras de vaporosos paños y una amplia gama cromática.
Como explicó la investigadora Juana Gutiérrez, la composición se puede encerrar en varias elipses que muestran el carácter científico de una época de constante discusión sobre las leyes keplerianas. Los Cinco Señores del cielo y de la tierra podrían ser los mundos que giran en armonía alrededor del nuevo sol: Jesús irradia su luz al cuadro y al universo.
¿Te interesa Visual arts?
Recibe novedades con tu Culture Weekly personalizado
¡Todo listo!
Tu primer Culture Weekly llegará esta semana.