Jerónimo Antonio Gil llegó al territorio novohispano en el último tercio del siglo XVIII para hacerse cargo de la Escuela de Grabado. El proyecto originó la Real Academia de las Nobles Artes de San Carlos, homóloga a la de San Fernando en Madrid. Uno de los primeros docentes fue Manuel Tolsá, quien asumió la cátedra de arquitectura en 1790.
Además de concluir los trabajos de la fachada de la Catedral Metropolitana, Tolsá proyectó el Hospicio Cabañas de Guadalajara, Jalisco, el ciprés en el altar mayor de la catedral de Puebla y los de la Profesa y Santo Domingo en la Ciudad de México.
En 1792 se creó el Real Seminario de Minería y su sede estuvo a cargo del artista. De 1797 a 1813 construyó el edif icio que albergaría el primer colegio laico y científico de Latinoamérica.
El Palacio de Minería abreva en el pensamiento ilustrado y esta maqueta atribuible a don Manuel Tolsá recrea en escala la magnificencia de la fachada en tres cuerpos de madera de cedro torneada, tallada y entintada, coronados con el frontón en estilo neoclásico. Los laterales rematan con elegantes balaustradas y pináculos. La base despliega cuatro soportes abatibles que servían para el trabajo, estudio y perfección del edificio, cuando la luz fuera escasa y se requirieran velas.
Esta pieza es el único registro tridimensional del actual edificio, que desde la calle de Tacuba ha recibido a la estatua ecuestre de Carlos IV, también de Tolsá, popularmente conocida como El caballito.
El edificio funcionó como facultad de Ingeniería hasta 1956. El ingeniero Carlos Slim Helú, quien se formó en este espacio, recuerda: Al lugar que ocupa el hoy solemne salón de actos, lo llamábamos la «maternidad». Aquí hacíamos los exámenes y veníamos a parir.