Del 25 de agosto al 10 de septiembre de 1920 tuvo lugar, en la Escuela Nacional de Bellas Artes, una exposición de este pintor guatemalteco, avecindado en la ciudad de México desde diciembre de 1919. Allí figuró en lugar destacado este cuadro, uno de los de mayor formato junto con Bucólica, una figura femenina igualmente de cuerpo entero y tamaño natural, con la que parece haber formado par. En estas obras, como en casi todas las que integraban aquella exposición, se revela la fascinación del pintor con las telas indígenas de Guatemala, que él admiraba por sus cualidades a un tiempo ?primitivas? y ?decorativas?, y en tal sentido plenamente ?modernas?. La síntesis geométrica de los suntuosos diseños textiles lo encauzó hacia una simplificación extrema, que él acabó por identificar como la expresión de una suerte de ?esencia? o ?alma americana?. Almolonga era un pequeño pueblo situado en el departamento de Quetzaltenango, a escasos cinco kilómetros de la capital provincial, y renombrado por la excelencia de sus baños termales. Mérida había nacido en la ciudad de Guatemala, pero sus padres eran oriundos de Quetzaltenango, y él radicó allí entre 1907 y 1909. De esta suerte, el amor por la tierra de sus antepasados quedó incorporado en un arte arraigado en lo regional, que se servía de un lenguaje plenamente moderno, de circulación internacional. Vid. Fausto Ramírez, Arte moderno de México. Colección Andrés Blaisten, México, Universidad Nacional Autonóma de México, 2005.
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