En "Mi ventana en Florencia", Emilio Pettoruti reinterpretó iconografías de la tradición clásica a través de los nuevos procedimientos de fragmentación visual del cubismo. La naturaleza muerta de la escena se construye a través de distintas perspectivas visuales sobre los objetos: algunos, como el vaso y la botella, representados de forma ilusionista; otros recortados sobre el fondo neutroq, las sombras señaladas por los trazos más o menos densos del dibujo. La vista a través de una ventana permite la perforación del plano y la fuga de la mirada hacia un paisaje urbano divisado en el horizonte, pero el marco que abre a esta vista está deformado y virado en diagonal, aun si su espesor simula cierta profundidad. La percepción del espectador queda atrapada en la ambigüedad visual que genera una representación que es ilusionista solo en parte.
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