Una situación que atraía particularmente a los pintores impresionistas era retratarse entre ellos. La amistad entre Santiago Rusiñol (Barcelona, 1861 – Aranjuez, 1931) y Ramon Casas (Barcelona, 1866-1932) les llevó en el verano de 1890, a viajar a Sant Benet de Bages. Fue durante este viaje cuando se realizó esta obra firmada por los dos amigos.
No era la primera vez que se retrataban mutuamente, pero siempre lo habían hecho por separado y este hecho hace que sea la única obra pintada a cuatro manos.
En primer término aparece la figura de Rusiñol, mientras que al fondo se sitúa Casas, seguramente fue él quien hiciera el tratamiento del suelo porque recuerda soluciones que utilizaba en aquellos años.
Los personajes se presentan en la sombra, huyendo de la luz que únicamente se intuye en la pared iluminada del fondo.