De todos los dibujos catalogados aquí, este retrato quizá sea el que manifiesta una más clara vocación de obra definitiva (probablemente debido a que su destino era el propio pariente del autor, al que se le debía ofrecer la imagen más acorde con su concepto de obra de arte) y, mucho más allá de los ejercicios o pruebas de aprendizaje, podemos considerarlo un sorprendente ejemplo de contención expresiva y dominio técnico, sobre todo teniendo en cuanta la edad del artista.
Conservado en Maella por la familia Pallás y recuperado hace unos años, es pareja del Retrato de Fermina Gargallo (esposa de Ceferino), si bien el precario estado material del segundo retrato ha imposibilitado hasta hoy la también deseada recuperación del mismo.