El retrato fue el género más popular en la Inglaterra de la época. A esto contribuyó el cisma de la Iglesia anglicana con la de Roma y que el rey Enrique VIII se convirtiera en cabeza visible de la primera. Con ello, la representación de los géneros pictóricos se restringió enormemente. Este retrato del célebre monarca inglés es una maravillosa muestra del estilo de Holbein, que se caracteriza por la monumentalidad que otorga a sus figuras y la profundidad psicológica que inculca a sus modelos. El pintor consigue retratar el carácter del personaje gracias a recursos como la posición de la figura y las manos, la linealidad y la frontalidad, que en este caso reflejan la regia personalidad de Enrique VIII.