Esta composición completa el tema principal simétrico: El rey gobierna por sí mismo, 1661. La figura de Juno hace de enlace: participa en la escena principal junto con las demás divinidades del Olimpo, pero señala a las tres potencias enemigas de Francia para subrayar su vanidad, de la que Juno es alegoría. Para representar a estas tres potencias, Charles Le Brun ha respetado la jerarquía de las coronas: el Imperio ocupa el centro y domina a los dos otros. A la derecha del Imperio, un nivel por encima, se encuentra España, cuya corona no está cerrada, implicando la soberanía del reino y que no es, por tanto, un igual de la monarquía francesa. España pisotea a un monarca, mientras que su león devora a otro, tendido bocabajo sobre sus tesoros; señala con el dedo la escena de la izquierda, donde la Ambición arrebata la corona a un «rey de las Indias», al tiempo que con una antorcha prende fuego a un palacio en ruinas: el conjunto representa los estragos causados por la rapacidad y la ambición desmesurada de España en sus colonias americanas. A la izquierda del Imperio, las Provincias Unidas se encuentran un nivel por debajo de España, con una simple corona condal para subrayar la inferioridad de una República. La alegoría está sentada sobre fardos de mercancías en alusión al comercio, gracias al que prospera este Estado; en la mano sujeta el tridente de Neptuno y a Tetis encadenada para mostrar que se ha convertido en la reina de los mares con el objetivo de favorecer su comercio. En el siglo XVIII, se sustituyó el término de «orgullo» por el de «fasto», perdiéndose el significado inicial de la composición: es el orgullo del Imperio, España y Holanda el que justificó que Francia entrara en guerra.