Esta pieza de cuarzo citrino fue usada como colgante en época romana, y se encuentra prácticamente conservada en su totalidad, tan solo con una melladura en la zona en la que estaría el enganche para asir el colgante.
Está formado por un cristal sin tallar, con prismas hexagonales rematado por un engrosamiento y pirámide hexagonal.
En las inmediaciones de Cástulo no se conocen zonas de extracción y explotación de este mineral, encontrándose los yacimientos más próximos de cuarzo citrino en las estribaciones occidentales de Sierra Morena, en Hinojosa del Duque (Córdoba). Algo más alejados nos encontramos los importantes yacimientos de Villabuenas y Villaseco, ambos en la provincia de Salamanca.
En la tradición occidental, el cuarzo ha sido siempre considerado como una roca de elevado poder sobrenatural. En la antigüedad, el citrino se utilizaba como piedra-talismán para protegerse contra la peste, algunos problemas de piel e incluso para evitar pensamientos perversos, como el mal de ojo. Además servía como potenciador de hechizos, algunos de los cuales eran ciertamente singulares, como servir de antídoto para mordeduras de reptiles venenosos.
Gracias a las fuentes sabemos que las gemas-amuletos eran tan importantes como frecuentes, y poseerlas no era un lujo, sino algo cotidiano y normal, como ocurre con otros amuletos de bronce o terracota, mucho más presentes dentro del registro arqueológico.