Valdés siempre se ha inspirado en las pinturas de Diego Velázquez. Concretamente, desde comienzos de la década de 1980, ha reinterpretado de manera reiterada el retrato de la Reina Mariana pintado por Velázquez hacia 1652, creando versiones con diferentes materiales y tamaños. Este trabajo de reinterpretación puede compararse al realizado por Pablo Picasso en la serie de pinturas de 1957 inspiradas en Las Meninas de Velázquez. La Reina Mariana, de 2001, perteneciente a la colección del Museo Guggenheim Bilbao, es de mayor tamaño que otras obras similares del artista creadas en la década de 1980, lo que le permite desarrollar la textura superficial de la escultura. En esta obra, puede apreciarse el cambio de morfología y significado que se produce en las reinterpretaciones que hace Valdés de la imagen de Velázquez: se conserva la forma general de la figura, pero esta no tiene rostro, algo que está reñido con el mismo concepto de retrato. El detalle, traspasado a tres dimensiones, interpretado en bronce y presentado en solitario, se convierte así en el todo, que contiene referencias a su contexto original y, aun así, posee vida propia.
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