La imagen nos muestra uno de los sepulcros situados en la Capilla de las Reliquias, que conforma junto con el resto el Panteón Real compostelano. Su identificación ha sido atribuida tradicionalmente a Raimundo de Borgoña, aunque, por sus características, podría tratarse también de la tumba del infante Fernando Alfonso, teniendo en cuenta que el traslado del Panteón a su actual ubicación, en el edificio claustral del siglo XVI, dificulta actualmente la identificación de los sepulcros.
En conjunto, el sepulcro se caracteriza por su sobriedad. El rostro de la figura representada describe un óvalo fino y es aniñado, imberbe, con la nariz estrecha y alta y el mentón pronunciado, tal y como lo describe Serafín Moralejo. La vestimenta que porta es la típica de un noble, con saya, manto de cuerda y un peinado novedoso para la moda de la época, donde la ausencia de corona excluye su condición regia. La escultura carece de insignias o rasgos institucionales, lo cual dificulta su identificación.
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