Original retrato por su forma ochavada, indicativo de que en algún momento posterior a su creación, su formato fue modificado para ocupar un espacio arquitectónico doméstico específico. La dama se muestra sentada y ricamente aderezada con sus mejores joyas: pulseras, anillos y aretes de oro a juego. En su mano derecha enguantada sostiene un abanico cerrado, en tanto que en la opuesta, un pañuelo de fino encaje, semejante tejido al que rodea sus hombros, único ornamento visible del vestido de hombros estrechos y medias mangas terminadas en puños del mismo material.
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