Cuando su padre llegaba a enfermarse ella se hacía cargo del estudio, a pesar de su corta edad, en ese entonces, de 10 años.
Por la misma razón, la gente no quería ser retratada por ella, así que tuvo que idear un plan: proponía al cliente tomar la foto sin pagar nada hasta ver la impresión; si gustaban de ella, liquidarían el retrato y podrían llevárselo. Para ello, hacía 2 o 3 registros y aseguraba la compra.