Pelegrín Clavé llegó a México en 1846 para dirigir la cátedra de pintura en la Academia de Bellas Artes de San Carlos. Fue un artista muy solicitado por la alta sociedad mexicana, y sus retratos buscan exaltar la belleza de las personas. Su influencia principal la recibió en Roma, cuando estudiaba en la Academia de San Lucas, en donde tuvo contacto con los nazarenos o puristas, especialmente con Overbeck (1789- 1869), quien siempre sería para él un maestro. Algunos estudiosos han considerado que la dama de la pintura podría ser familiar de la señorita María del Rosario Cruz Francisca de Paula Ramona Petra Echeverría Almanza (1825-¿?), pintada por Clavé en 1848, cuyo retrato forma parte de las colecciones del Museo Nacional de San Carlos.
Ahí la joven observa de frente al espectador con mirada dulce y actitud etérea. Las similitudes en los elementos de la composición de ambas obras son muy interesantes: vestido, fichú y joyas. La cruz que pende de su cuello se convierte en prendedor con joyas en el lienzo del Soumaya. Asimismo, el cortinaje rojo damasco imprime mayor intimidad a la escena de San Carlos, mientras que aquí se abre sobre un barandal clasicista para desplegar el fondo con cielo pleno y árboles que integran a la joven a un escenario palaciego.
De 1849 a 1860, Clavé repitió el esquema en algunos de sus retratos de damas aristocráticas.
Éste es el caso de Retrato de una señora, Señorita Echeverría, Señora Mariana Rubio de Cancino y otros más, como el retrato de dama que pertenece a los fondos del Museo Nacional de Historia El Castillo de Chapultepec, donde la composición es en extremo similar a la de Museo Soumaya.
En ésta el artista catalán situó a su modelo en un entorno que evoca el hogar de una familia distinguida, al tiempo que atrapó el carácter dulce, la belleza del rostro y el ademán gentil y amable de esta señorita; todo ello con la suavidad y cuidado del dibujo y colorido que le distinguieron.
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