La incertidumbre sobre lo vital y el camino del artista es el planteo que recorre esta obra. El huevo, como microcosmos, simboliza el germen de la existencia y la creación. Una estructura delicada que guarda un contenido invaluable: el misterio del impulso expansionista de la vida. La experiencia nos dice, sin embargo, que algunos pueden ser inviables. Pequeños signos delatan su infertilidad. Peor aún, otros son portadores de formas monstruosas. Ya Plinio nos advierte la peligrosidad de estos seres nacidos de cigotos que flotan contra corriente. Pero, ¿qué sabemos concretamente sobre este huevo? Sólo la intervención de unas etiquetas en el contenedor nos da una ligera pista del origen, Grecia, ninguna información sobre su destino final. La caja como representación del sistema del arte, de las convenciones y estructuras que nos protegen y que también pueden ser fácilmente desarticuladas. Ciertamente, este sistema ofrece una custodia. Resguarda. ¿Hasta qué punto no es desechable?
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