El estilo hispano-flamenco adoptado tanto en la Corona de Aragón como en Castilla marca en la península española una paulatina transición del estilo gótico de principios del siglo XV hacia un pleno renacimiento, a finales del mismo siglo y principios del XVI. Esta transformación del estilo del que participan Reixach y Jacomart, llega a una de sus manifestaciones más sofisticadas, en el llamado Maestro de Perea, activo en Valencia de 1490 a 1510, en torno al que se construiría una escuela de la que surgirían algunos de los grandes maestros del renacimiento aragonés. Post incluso lo convierte en la influencia directa del Maestro de Artés o el Maestro de Játiva, grandes figuras que continúan la tradición renacentista en la zona valenciana, iniciada ya desde la década de 1470 por Paolo de San Leocadio y Francesco Pagano.
El Maestro de Perea, llamado así por la desafortunada carencia de obras firmadas o documentación que pudiese darnos su nombre real, traslada aún más características flamencas a la pintura de la zona, creando juegos artificiosos de muy alto nivel pictórico, fusionando elementos góticos, hispano-flamencos y renacentistas, heredando la tradición de Jacomart, principalmente. Chandler Post destaca que "el interés histórico del Maestro de Perea -y tal vez su principal interés es más bien histórico que intrínseco- resulta ser que infunde en la tradición valenciana de magnífica placidez decorativa más de las cualidades flamencas que hacen Jacomart y Reixach, o de hecho, la mayoría de los pintores en el litoral oriental".
Este tipo de cualidad artística es claramente visible en la tabla de la colección Arocena, erróneamente identificada como San Lucas de un anónimo valenciano. Esta pintura fue en realidad identificada por Post como San Cosme del Maestro de Perea, cuando todavía se encontraba en la colección Ledyard en la ciudad de Nueva York, y que posiblemente habría pasado a través de una subasta a la colección Arocena en la segunda mitad del siglo XX, tras la adjudicación de dicho autor en 1944.
La confusión iconográfica pueda deberse a los atributos que sostiene el santo en sus manos: una pequeña caja con pastillas de colores y una pequeña vara que pareciera de madera, interpretada anteriormente como un pincel. Estos atributos serían los de San Lucas, denominado aquí por la tradición que lo enmarca como el primer artista en pintar la imagen de la Virgen María. Post, en cambio, interpreta estos atributos como los de San Cosme, uno de los santos médicos junto con San Damián, que sostendría en sus manos una caja de ungüentos y una lanceta. Los dos santos serían hermanos gemelos de origen árabe que convirtieron a la fe cristiana a numerosos infieles, a través de practicar de manera gratuita la medicina en el siglo III.
San Cosme, junto con San Damián, se convertirían en los santos patrones protectores contra las enfermedades, en especial de la peste, que seguiría brotando episódicamente durante todo el siglo XV en la zona valenciana.
La tradición hispano-flamenca que prosigue el Maestro de Perea es claramente palpable en los brocados que decoran el traje del santo en la tabla perteneciente a la Colección Arocena, y que fuera un gran interés del Maestro de Perea. Este cargado elemento artificioso contrasta por su cualidad plana en comparación con los volumétricos trazos del rostro y las manos de la figura principal. Post llama la atención en la cara del personaje, comparándolo con una figura prototípica del Maestro de Perea, ejemplificada por uno de los personajes que se encuentran a la izquierda de la Virgen de la Merced en la pintura de la colección del que fuera director del Museo de Bellas Artes de Valencia, José Martínez Aloy.
Ficha de investigación elaborada por Sergio Garza Orellana - Asistente de Curaduría/ Museo Arocena 2014
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