En esta obra del taller de Zurbarán se representa a Santa Dorotea en pie y de perfil, sosteniendo un plato de frutas entre sus manos, recordándonos su actitud de recogimiento una dama oferente clásica. Destaca en el tratamiento del color el fuerte amarillo del chal, con rayas negras, y las frutas sobre el fondo verdoso así como el suave rosa del vestido, que cae en amplios y rígidos pliegues. La luz penetra por la derecha iluminando la figura cuya blancura del rostro contrasta con la oscuridad del fondo de la escena.