La procedencia de Sant Feliu de Guíxols y la colorida policromía de estas tres imágenes, propia de los usos de mediados del siglo XVII, sustentan la hipótesis de que estarían relacionadas con la actividad del taller del escultor Domènec Rovira vinculada a la iglesia del monasterio benedictino de esta localidad, especialmente desde 1657, cuando fabricó su retablo mayor.