Representa a San Miguel Arcángel a la vez como vencedor del demonio y como pesador de almas. Se muestra como un joven de gran belleza, con cabellera rubia ceñida por una cinta. Va vestido con armadura propia de finales del siglo XV y principios del siglo XVI. Mientras su mano derecha empuña una espada sobre su cabeza a punto de golpear al enemigo, la izquierda sostiene una balanza con la que pesará las almas para decidir su premio (cielo) o su castigo (infierno) según sus obras.