En medio de un frondoso valle se encuentra la Abadía Benedictina de Samos, que sigue siendo monasterio en la actualidad, el Real Monasterio de San Julián o San Xián. Este templo, hoy benedictino, es uno de los tres monasterios que aún están habitados por monjes en Galicia. La abadía fue fundada por San Martiño de Dumio en el siglo VI, en plena etapa visigótica. Su historia está relacionada con el refugio de Alfonso II el Casto antes de ser coronado rey de Galicia en el año 759, que dominó el cenobio con las tierras. Este templo, ligado a los grandes centros monásticos de Toledo, dispone de una grandiosa fachada barroca que recuerda a la escalinata de la fachada del Obradoiro de Santiago de Compostela.
En su interior hay dos claustros: el primero, conocido como el claustro del padre Feijoo, de finales del siglo XVII, es considerado con sus 54 metros de lado, de los más grandes del estado español entre los de su clase, siendo su estilo una muestra del paso del renacimiento al barroco. En el centro conserva una estatua del monje, que vivió en este monasterio, obra de Moure. Es de destacar la sacristía de finales del XVIII y principios del XIX. Tiene planta octogonal coronada con una cúpula sobre pechinas y arcos de medio punto. El segundo claustro, más pequeño, conocido como de las Nereidas, es de estilo gótico y está presidido en el centro por una hermosa fuente barroca. Su construcción se prolongó durante 20 años (1562 - 1582). En torno a este claustro, que está cubierto con bóveda de crucería y todavía conserva una portada románica, giraba la vida de la abadía, por lo que al patio se abren las estancias de la cocina, el refectorio y la biblioteca.
También es peculiar la sacristía del templo, de estilo barroco, datada a finales del siglo XVIII y principios del XIX, por el desarrollo de su planta circular, con cúpula sobre pechinas, con tallas que representan las virtudes teologales y cardinales, y cornisamento volteado por encima de arcos de medio punto, dispuestos en círculo y apoyados en pilastras adosados a los muros. El monasterio conserva la puerta de entrada a la antigua iglesia, del siglo XIII.
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