La producción de sarcófagos de la ciudad de Roma de los siglos III-V supone la principal fuente para el estudio de la escultura del periodo. Desde finales del siglo III se incorporan temas cristianos, de manera más o menos críptica al principio y de forma explícita. Las piezas se caracterizan por mostrar composiciones donde prima el horror vacui.
El sarcófago de Astorga posee una temprana cronología, anterior al Edicto de Milán del 313, momento en que el cristianismo es todavía una religión perseguida. Ello le confiere un especial valor puesto que su frente aparece ya decorado con escenas cristianas. De izquierda a derecha se representan la resurrección de Lázaro, el arresto de San Pedro, el milagro de la roca, Adán y Eva junto al Árbol de la Ciencia tras el Pecado Original, la multiplicación de los panes y los peces y el sacrificio de Abraham. El mensaje general de la pieza es salvífico, reforzado mediante alusiones sacramentales al bautismo y la eucaristía.
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