Yokomaya se formó en el departamento de vidrio y oficios de la Universidad de Osaka. Su trabajo es el resultado de los complejos procesos que desarrolla en el mismo lugar donde produce el vidrio, y constantemente le lleva a descubrir nuevas maneras de captar el delicado poder de sus materiales. Actualmente vive y trabaja en Toyama, una ciudad costera japonesa.
Esta burbuja de vidrio inflado ha surgido del propio ‘aliento vital’ de su creador. Tallada con vidrio derretido a 1200°C y posteriormente enrollada
e inflada, la obra alcanzó más de un metro de diámetro durante breves segundos, antes de deformarse y agrietarse durante su enfriamiento. Soplar en el vidrio despierta un sentimiento primitivo mediante el cual el control del artista ha producido un orbe. Esta forma embrionaria representa el símbolo de una vida naciente, una silenciosa noción que se expande —como el vidrio— en el imaginario del espectador.