En muchos monasterios y conventos se ha mantenido la tradición de elaborar dulces, con recetas artesanales que cuentan con siglos de historia. Tras sus puertas se preparan y siguen preparando con dedicación roscos de vino y anís, pastas, hojaldres, tejas de almendra, cocadas, tocinitos de cielo… Dulces ‘divinos’ que mantienen vivos muchas órdenes religiosas.
Especialmente conocidas son las yemas de Santa Teresa (Monasterio de Santa Teresa de Jesús en Ávila), las yemas de San Leandro (Sevilla), los amarguillos de Santa Clara de Tordesillas, los bollitos de Santa Inés (Sevilla), las rosquillas de Santa Rosa (Nuestra Señora de la Piedad en Palencia) o los dulces de membrillo de las clarisas de Marchena (Monasterio Purísima Concepción entre muchos otros.