Las sociedades de la Edad del Bronce marcaron visualmente sus diferencias de rango mediante el empleo de objetos destinados a señalar el status adquirido en el seno de la comunidad. Entre estos marcadores de prestigio jugaron un papel esencial el armamento y los adornos realizados en cobre o bronce, pero los personajes más destacados recurrieron además a los metales nobles, como el oro y la plata.
El metal es un material escaso y su transformación requiere una tecnología más compleja que la utilizada previamente por el hombre con otras materias primas. Por ello, durante todo este período se usó ante todo para crear objetos identificadores de rango social, antes que como un avance tecnológico aplicado a las necesidades de la vida cotidiana. Paralelamente, el metal acabaría convirtiéndose en un referente de valor y con el tiempo su acumulación adquiriría un uso similar al del dinero.
Esta espada, única en la Edad del Bronce peninsular, es un ejemplo del desarrollo del armamento de prestigio empleado como elemento representativo de rango social. Se trata de un objeto con mayor valor simbólico que funcional, un verdadero icono de poder.
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