Varios cientos de hebras de fibra de trigo se entretejen para formar esta representación purépecha del dios sol, símbolo de la guerra y el fuego. Decorado con dobles motivos de estrellas y colibríes, tambien ilustra la conexión entre la artesanía y las antiguas técnicas agrícolas. El elaborado testigo es testamento de la transferencia intergeneracional del conocimiento y las habilidades manuales, una práctica que conserva intacta la forma ancestral de producción. Descendientes del pueblo indígena purépecha de la región de Michoacán de México, esta familia emplea en su taller técnicas ancestrales para tejer en cada creación la mitología más legendaria. Entre la agricultura y la pesca, Antonio Cornelio, su mujer, Bertha y sus dos hijas Gabriela y Verónica, perpetuan un legado que se extiende mucho más allá de su propia familia.