La reputación de Kuwata como ceramista radical surge de su predilección por los procesos experimentales que emplea para expandir la potencia de los materiales. Conocido por las combinaciones de colores intensos y saturados,
su innegable respeto por sus antecesores se hace evidente en las referencias a las formas tradicionales y la funcionalidad.
Este cuenco de té nace de una exploración de ideas surgidas durante el manejo de la porcelana, el platino y el acero, desbordando las posibilidades del azar. La debilidad por la experimentación de Kuwata le lleva a añadir elementos como piedras o agujas en el barro y el horno, con idea de pinchar y perforar sus vasijas. El metal derretido que recubre esta obra produce una impresión disfuncional a primera vista, pero esto tan solo denota el divertido acercamiento del artista a la creación. Una elegante vasija enraizada en la tradición respira bajo la pátina.