El gran colorista que fue Ramón Silva se manifiesta en este óleo. El campanario se erige casi en el centro de la composición enmarcado por el follaje y troncos de los árboles del primer plano. Las coloridas sombras de éstos contrastan con la claridad del fondo en donde la luminosidad del cielo funde las formas con su intensidad. La torre del campanario emerge de la luz apenas insinuada con unas pocas pinceladas.
El artista crea dos situaciones contrapuestas: la zona en sombras donde ubica al espectador y la zona iluminada y clara del campanario.