Esta obra es la consecuencia de la unión de dos sentimientos que Ricardo conoce muy bien: la poesía y la amistad. Porque Ricardo Ugarte se expresa poéticamente en cualquier lenguaje, escrito, verbal, visual, pictórico y escultórico. En este sentido dice: «Soy un poeta que escribe con el grafismo de mis hierros, por medio de la escultura...». Por eso no es casual que esta escultura esté dedicada a un poeta al que le unió un gran afecto; y por amistad ofrece desinteresadamente el situar su obra en el Campus de la Universidad Pública de Navarra, gesto que agradecemos.
Ricardo Ugarte visitó el campus analizando el entorno y eligió el lugar en el que iba a ser instalada La proa de la poesía. Investigó la forma, el espacio, calculó la proporción, dibujó, realizó maquetas... hasta que la poesía se hizo hierro; el hierro, escultura; la escultura, proa del gaztelu desde cuya torre se rinden honores al poeta visual Joan Brossa...
Esta obra está dentro de la concepción ugartiana de la escultura como construcción, estética y espiritual. La simplicidad formal no equivale necesariamente a simplicidad de experiencia. Las formas unitarias no reducen las relaciones. Las ordenan. Si la naturaleza predominante, hierática, de la forma unitaria funciona como una constante, todas esas relaciones detalladas de escala, proporción, etc., no quedan suprimidas; bien al contrario, se conjuntan más cohesiva e indivisiblemente. Ugarte comprende el valor escultórico más importante, la forma, como una unificación e integración de todos los demás valores escultóricos esenciales, así como, por otro lado sabe integrar la escultura con la arquitectura.
La obra ugartiana aporta a la escultura vasca una serie de características muy particulares, que son las que sirven para identificar sus obras y el reconocimiento de su calidad por todos conocida.
Josep Blasco i Canet
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