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El Generalife

Santiago Rusiñol1898

Museu de les Aigües

Museu de les Aigües
Cornellà de Llobregat , España

Ibn al-Jaṭīb (Loja, 1313 – Fez, 1374) en la Iḥāṭa describió las fincas cultivadas en el interior de la muralla de Granada como en las almunias de extramuros: casas de campo rodeadas con un jardín, huertas para cultivos agrícolas y, eventualmente, finca de recreo. Dentro de estas últimas, habla del Generalife: Ŷanna al-ʽArīf o Huerta del Alarife.

El agrónomo Ibn Luyūn (1282-1348), describiendo las huertas periurbanas en el Tratado de Agricultura parece estar dando las instrucciones para proyectar el Generalife:
«Sobre lo que ha de elegir en la disposición de los jardines, sus viviendas y las casas de labor:
Para emplazamiento de una casa entre jardines se debe elegir un altozano que facilite su guarda y vigilancia. Se orienta el edificio al mediodía, a la entrada de la finca, y se instala en lo más alto el pozo y la alberca [albercón de las Damas con pozo y noria de sangre] o, mejor que pozo, se abre una acequia que corra entre la umbría [acequia de los Dos Tercios]. La vivienda debe tener dos puertas, para que quede más protegida y sea mayor el descanso del que la habita.
Junto a la alberca se plantan macizos que se mantengan siempre verdes y alegren la vista. Algo más lejos debe haber cuadros de flores y árboles de hoja perenne. Se rodea la heredad con viñas, y en los paseos que la atraviesen se plantan parrales.
El jardín debe quedar ceñido por uno de estos paseos con objeto de separarlo del resto de la heredad. Entre los frutales, además del viñedo, debe haber almeces y otros árboles semejantes, porque sus maderas son útiles.
A cierta distancia de las viñas, lo que quede de finca se destina a tierra de labor y así prosperará lo que en ella se siembre.
En los límites se plantan higueras y árboles análogos. Todos los grandes frutales deben plantarse en la parte norte, con el fin de que protejan del viento al resto de la heredad. En el centro de la finca debe un pabellón dotado de asientos y que dé vista a todos los lados, (…). El pabellón estará rodeado de rosales trepadores, así como de macizos de arrayán y de toda planta propia de un vergel. Será más largo que ancho para que la vista pueda explayarse en su contemplación [pabellón en el lado sur del Patio de la Acequia].
En la parte baja se construirá un espacio para huéspedes y amigos [Casa del Amigo], con puerta independiente y una alberquilla oculta por árboles a las miradas de los de arriba…».

En esta pintura al óleo de Santiago Rusiñol se observa un rincón del Generalife, una almunia formada por varias huertas extramuros de la Alhambra y lugar de recreo de los sultanes nazaríes. A primeras horas de la mañana, la luz solar incide sobre el lado este de la Alhambra haciendo honor a su nombre “la Roja”. También se refleja en la piel de cada una de las blancas casas, los famosos “cármenes” granadinos, del barrio del Albaicín de Granada.

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