Gonzalo Bilbao, discípulo de Villegas en Roma, adquiere pronto un excelente dominio del dibujo, el color y los recursos lumínicos. Alcanzó éxito y fama, sobre todo con sus temas andaluces y, en menor medida, con los paisajes y retratos. Lo sentimental, a veces, descompensa su obra, como sucede en ésta, que se puede encuadrar dentro la pintura de carácter social. En ella nos presenta, denunciando hirientes desigualdades, la escena cotidiana de una casa de empeños cualquiera, con personajes ensimismados en su miseria, y en un espacio que resulta aún más angustioso por su desnudez.
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