La obra surrealista que Berni pintó entre 1931 y 1932 da cuenta de la influencia principal de la metafísica de Giorgio de Chirico. En sus pinturas y collages reverbera la sugestión de las plazas italianas, con sus arcadas y perspectivas forzadas, las estatuas y maniquíes solitarios, las larguísimas sombras y cielos crepusculares, y las fábricas, chimeneas y trenes modernos,
que conviven con los espectros del pasado. También se percibe un interés por las reelaboraciones tardías del artista italiano, como los maniquíes de madera y los objetos esparcidos en exteriores, o su contraparte, los fragmentos del paisaje natural que invaden los interiores domésticos. A partir de esas referencias estéticas, Berni realizó una pintura capaz de provocar el asombro mediante la acumulación de objetos cotidianos y la creación de sugerentes imágenes oníricas. "La puerta abierta" es una de las piezas que exhibe más explícitamente dos de los motivos fundamentales de la iconografía metafísica: uno, las cajas divididas en planos triangulares de diversos colores; otro, la pared de ladrillos, cuyo zócalo de madera realizado con extremo detalle genera ambigüedad respecto a su pertenencia al exterior o al interior de la edificación.