La búsqueda por parte de Ballester de una poética del espacio vacío ha dado como fruto la serie Espacios ocultos, que incluye reinterpretaciones de obras maestras de la historia del arte, que el autor rehace alterando digitalmente imágenes fotográficas de esas pinturas del pasado, con el fin de generar ausencias turbadoras. Obras como La Balsa de la Medusa (Le radeau de la Méduse, 1818–19), de Théodore Géricault, permiten a Ballester volver a visitar obras de siglos pasados, abordarlas sin tener que renunciar a su propio tiempo. La Balsa de la Medusa de Géricault, icono del Romanticismo francés, representa las horas posteriores al naufragio de una fragata francesa ocurrido frente a la costa mauritana en 1816. Más de cien personas navegaron durante varios días en una balsa improvisada y solo quince sobrevivieron. La representación fotográfica de Ballester muestra los restos de la balsa, carente de presencia humana, después del rescate de los supervivientes y de la desaparición de los cadáveres de los fallecidos. Al igual que en su reinterpretación de Los Fusilamientos del 3 de mayo de 1808 (1814) de Francisco de Goya, La Balsa de la Medusa de Ballester evoca un acontecimiento histórico que sigue vivo en la imaginación colectiva.