Sorolla entró en contacto con el arte griego en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. En este cuadro, la esclava representada recuerda a las Venus griegas, una iconografía que se pondrá de moda en los salones franceses de la segunda mitad del siglo XIX. Por otro lado, su postura cabizbaja y el semblante triste, nos recuerda al famoso grabado de Albert Durero titulado Melancolía I (1514). Por lo demás, este cuadro destaca por el control anatómico de la figura, el fondo oscuro que contrasta con los blancos de la piel, el bodegón de flores y pétalos en la zona inferior, así como la alusión a la arqueología griega, una de las pasiones del pintor, representada en la crátera de cerámica de figuras rojas que aparece en el lado derecho de la composición.