La pintura Las lágrimas de San Pedro, junto con Magdalena penitente, del mismo autor, formaban parte de la colección que el banquero Pau Bosch tenía en Madrid. Ambas fueron adquiridas por Santiago Rusiñol (Barcelona, 1861 – Aranjuez, 1931) en París, el 28 de enero de 1894, por indicación de su amigo Ignacio de Zuloaga, con la mediación del pintor Laureà Barrau, que hacía de intermediario.
La adquisición de estas dos telas fue muy importante, tanto por el efecto que tuvo en la revalorización de la figura y la obra de El Greco, (Creta, 1541 – Toledo, 1614), impulsada por los artistas modernistas, como por la influencia que ejerció en la pintura del mismo Rusiñol. Como ejemplo, destaca la utilización del color amarillo del manto de San Pedro, en las colchas de los cuadros La morfinómana y Rêverie, pintados unos meses después por Rusiñol.