Esta obra, que pasó desapercibida durante gran parte del siglo XX, es admirada hoy como una de las creaciones más originales de Quentin Massys. En ella, la Virgen aparece rodeada de elementos simbólicos: la corona de estrellas, la media luna bajo sus pies y el potente resplandor que le rodea la identifican como la mujer del Apocalipsis; sus vestiduras y las rosas rojas aluden a la sangre que será derramada por Cristo, mientras que las rosas blancas remiten a la pureza de María y a su advocación como Virgen del Rosario. Cristo, por su parte, sostiene otro rosario de coral, material que se usó durante siglos como amuleto protector . Pese a su singularidad, es muy probable que esta pintura sea un versión más pequeña de una obra anterior probablemente realizada por el propio artista, pues se ha encontrado en su dibujo subyacente una ciuadrícula que pudo ser empleada para trasladar la imagen.