El escultor Pedro de Mena fue un gran creador de tipos iconográficos y el imaginero más influyente del barroco granadino. En su estilo se observan dos épocas: una etapa naturalista, que llega hasta 1670, y una segunda fase, esquemática y rígida, donde el artista deja de inspirarse en la realidad circundante para buscar dimensiones expresivas más estereotipadas. El origen de este cambio puede estar relacionado con la abultada petición de obras devocionales de pequeño formato que, con destino a celdas de clausura y oratorios domésticos, le solicitan desde todos los puntos de España.
Este San Juanito, duro de talla y falto de emoción, corresponde a esa última época. Representa un tema muy frecuente en la escultura andaluza: un niño desnudo, para vestir, de unos dos o tres años de edad que encarna a un personaje religioso. Sus rasgos son los típicos del maestro granadino: rostro ovalado, frente abultada, ojos rasgados, boca pequeña de labios finos y pelo lacio.
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